Vehículos eléctricos: ¿sigue Europa a la cabeza? Competencia entre China y Europa en una era de transición de la movilidad

El 8 de junio de 2022, el Parlamento Europeo votó a favor de prohibir la venta de coches nuevos con motor de combustión interna (ICE) para 2035, como parte del objetivo de la Unión Europea (UE) de neutralidad en carbono para 2050. Esta transición a los vehículos eléctricos (VE) está perturbando la industria automovilística europea, que se está quedando rezagada frente al creciente dominio de China. Como respuesta, la UE ha impuesto aranceles a las importaciones de vehículos chinos. El reto al que se enfrenta ahora la UE es mantener una industria automovilística líder en su territorio y, al mismo tiempo, alcanzar los objetivos de neutralidad de carbono que se ha fijado.

El coche eléctrico, un gran cambio para la industria automovilística europea


La prohibición de la venta de coches nuevos con motor de combustión interna a partir de 2035 supone un gran paso adelante en la estrategia climática de la UE, dado que el 15% de las emisiones totales de gases de efecto invernadero (GEI) en Europa proceden de los turismos. Sin embargo, el éxito de esta prohibición no está garantizado, ya que depende tanto de la transición de los fabricantes de automóviles hacia gamas 100% eléctricas (Battery Electric Vehicles, BEV) como del desarrollo de infraestructuras adecuadas para fomentar su compra por parte de los usuarios europeos.

La industria europea del automóvil representa el 7% del PIB de la UE y es uno de los últimos bastiones industriales del continente. La capacidad de Europa para producir sus propios vehículos eléctricos (VE), más allá de sus objetivos climáticos, representa por tanto un reto económico de primer orden. A pesar de su crecimiento, las ventas de BEV en Europa siguen siendo insuficientes para alcanzar el objetivo del 100% de vehículos eléctricos en 2035. Los BEV, únicos vehículos cuya venta está autorizada a partir de 2035, sólo representaban el 12,5% de las ventas totales de vehículos a mediados de 2024, muy por detrás de los vehículos híbridos (HEV) y de combustión interna. El ritmo de crecimiento actual también se sustenta en gran medida en las importaciones de coches eléctricos chinos... a precios a menudo muy inferiores a los de los fabricantes europeos.
 

La UE tiene dificultades para cumplir sus propios objetivos


La cuota de importaciones chinas ilustra las dificultades de la UE para cumplir sus ambiciones en materia de producción de vehículos eléctricos. La insuficiente capacidad industrial, sobre todo en minería y producción de baterías, es un obstáculo importante. A pesar de los recientes proyectos mineros, sólo puede satisfacerse una pequeña proporción de las necesidades de materiales críticos.

A pesar de los 3 000 millones de euros movilizados a través de la Alianza Europea de Baterías creada en 2017, solo se ha realizado el 3% de la inversión necesaria en la cadena de suministro de baterías. Lo mismo puede decirse de la infraestructura de recarga, que es demasiado escasa. El objetivo de 3,5 millones de puntos de recarga instalados para 2030 sigue estando muy lejos, a pesar de los 220 000 nuevos puntos de recarga instalados en 2024.

El último obstáculo para la adopción de los vehículos eléctricos es su coste. Aunque existen subvenciones en varios países de la UE, no son uniformes y no compensan totalmente la diferencia de precio con los vehículos de combustión e híbridos.

 

China, protagonista

 

Estas dificultades europeas se ven subrayadas por el meteórico ascenso de China en el sector. La estrategia industrial de Pekín, respaldada por cuantiosas subvenciones, ha permitido a sus campeones nacionales, como BYD y CATL, ocupar una posición dominante en el mercado mundial en toda la cadena de valor, desde la minería hasta la fabricación de automóviles. El Gobierno chino ha invertido más de 231.000 millones de dólares en la industria de los vehículos eléctricos entre 2009 y 2023, además de las subvenciones a los fabricantes de baterías y a los productores de materias primas esenciales, como el litio. Como resultado, en 2023, BYD habrá superado a Tesla en ventas de vehículos, y CATL representará el 40% de la producción mundial de baterías.

 

La UE se enfrenta a un dilema estratégico


Esta competencia de China plantea a la UE un dilema estratégico: ¿Cómo proteger sus puestos de trabajo y su industria automovilística sin dejar de cumplir los ambiciosos objetivos climáticos fijados para 2035? 

La votación del 4 de octubre para aumentar aún más los aranceles aduaneros a las importaciones de vehículos (eléctricos) chinos fue una llamada de atención para Europa. Pero no es suficiente. Los recargos aduaneros aplicados son demasiado bajos para frenar las exportaciones de vehículos eléctricos chinos a Europa. A medio plazo, podrían incluso empujar a estos mismos fabricantes a reducir aún más sus ya muy competitivos costes de producción para mantener sus elevados márgenes en el mercado europeo. 

El reto al que se enfrenta ahora la UE es invertir masivamente en su cadena de valor de VE y en infraestructura de recarga, atrayendo al mismo tiempo inversión extranjera -sobre todo de China, pero también de Japón y Corea del Sur- para aumentar su capacidad nacional de producción de VE. BYD, por ejemplo, ya ha empezado a construir su primera fábrica en Hungría. 

En el actual contexto geoeconómico, cabe preguntarse si la UE dispone realmente de suficientes resortes de negociación para hacer frente tanto a los retos industriales internos como a la fuerte competencia china.