La guerra comercial entre EE.UU. y China ha tomado un cariz desconocido

La escalada de la guerra comercial entre Estados Unidos y China ha alcanzado un punto crítico, amenazando con perturbar gravemente el comercio mundial. Los aranceles recíprocos de más del 100% están encareciendo prohibitivamente el comercio entre los dos gigantes económicos. El riesgo de recesión, tanto para la economía estadounidense como para la mundial, ha aumentado significativamente.

Una guerra comercial sin precedentes

La guerra comercial entre Estados Unidos y China ha alcanzado niveles sin precedentes. Después de que el presidente Donald Trump anunciara aranceles generalizados el 2 de abril, China tomó represalias con medidas similares. En una semana, ambos países habían impuesto aranceles adicionales del 125% a las importaciones del otro. Los productos afectados incluyen productos manufacturados chinos como ropa y juguetes, así como exportaciones estadounidenses como productos agrícolas y equipos de alta tecnología.

Los aranceles, en el centro de la política de Donald Trump

Donald Trump siempre ha mantenido que el coste a corto plazo de los aranceles es muy bajo en comparación con los beneficios a largo plazo. Los ve como un medio de financiar recortes fiscales, reducir el déficit comercial de Estados Unidos y atraer capital extranjero para deslocalizar la producción manufacturera. Romper las relaciones comerciales con una economía excedentaria como China es totalmente coherente con esta lógica. El riesgo de un colapso del comercio entre Estados Unidos y el resto del mundo no preocupa a Donald Trump, que cree que el comercio mundial existe únicamente para beneficiar a Estados Unidos. Además, es poco probable que su administración frene sus decisiones comerciales, y no vemos (todavía) señales suficientes de que el Congreso esté dispuesto a recuperar la autoridad sobre los aranceles.

Estados Unidos se enfrenta al riesgo de recesión

A pesar de los avances en la desvinculación, el comercio entre Estados Unidos y China sigue siendo un pilar central de la economía mundial. Un desplome de las importaciones causado por los aranceles provocaría un aumento drástico de los precios de los productos manufacturados o haría que determinados productos importados dejaran de ser rentables por completo, provocando su desaparición del mercado estadounidense. La interrupción de las cadenas de suministro podría afectar a sectores clave como el automovilístico, el químico y el electrónico. La inflación podría alcanzar el 4% a finales de año, y el desempleo podría subir hasta el 5-6%, sumiendo a la economía en la recesión.

El peor escenario: crisis de confianza, fuga de capitales y hundimiento del dólar estadounidense

El escenario más grave implicaría una pérdida de confianza en el gobierno estadounidense, que podría desencadenar una fuga de capitales y una crisis de la balanza de pagos. Los últimos indicadores apuntan en esta dirección y hacen que este escenario sea cada vez más probable. Desde el 2 de abril, el dólar ha caído de 0,93 a 0,88 frente al euro, y los rendimientos de los bonos del Tesoro han subido 50 puntos básicos. Desde principios de año, el S&P 500 ha perdido un 7,6% de su valor. Todos estos son signos de una posible fuga de capitales del país.

Apoyo del mercado nacional como respuesta de China a la incertidumbre arancelaria

Para China, el choque arancelario podría compensarse parcialmente con medidas de estímulo interno. Las ventas internas siguen representando el 81% de la facturación de las empresas industriales, mientras que las exportaciones directas a Estados Unidos sólo suponen el 2,7%. Por tanto, el mercado interior sigue siendo un pilar crucial, y el Gobierno chino (en la próxima reunión del Politburó, a finales de abril) podría intensificar las subvenciones y las medidas de apoyo a las PYME y los exportadores afectados. Sin embargo, la persistente incertidumbre exterior podría debilitar el impacto de estas medidas, ya que las empresas y los consumidores siguen mostrándose cautelosos a la hora de invertir y pedir préstamos, incluso a costes más bajos.

Para los socios comerciales, una revisión necesaria de la política comercial

La escalada de la guerra comercial entre Estados Unidos y China podría obligar a los socios de ambas economías a revisar sus estrategias comerciales y elegir entre proteger sus industrias nacionales o alinearse con la política estadounidense para beneficiarse de aranceles más bajos. Esta última opción conduciría inevitablemente a una reducción de las actividades de desvío (a través de la ASEAN, por ejemplo) destinadas a eludir los aranceles. Para contrarrestar esta situación, Pekín podría tratar de mejorar sus relaciones con las economías orientadas a la exportación y más proclives a defender el multilateralismo (Japón, Sudeste Asiático y Europa). Aunque esta estrategia parece factible dadas las incertidumbres que rodean a la política arancelaria estadounidense, es posible que China necesite primero disipar los temores de sus socios comerciales sobre un supuesto dumping, posiblemente imponiéndose a sí misma cuotas de exportación o precios mínimos.

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