¿Se beneficiará la economía turca del giro de 180 grados de las autoridades hacia una mayor ortodoxia?

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Las elecciones generales de mayo de 2023 marcaron un giro en la política económica turca con la aplicación de políticas más ortodoxas para poner fin a un periodo caracterizado por tipos de interés negativos y una fuerte depreciación de la lira. Las elecciones locales de marzo de 2024 supusieron un paso más en esta estrategia con un endurecimiento de las condiciones financieras para estabilizar la economía, reducir la inflación galopante y reforzar los fundamentos macroeconómicos del país.

¿Pueden beneficiarse las exportaciones turcas de la fuerte depreciación de la lira?

 

A mediados de 2021, Turquía lanzó el Programa Económico Turco (TEP) con el objetivo de estimular la producción, la inversión, el empleo y las exportaciones. Para alcanzar estos objetivos, el banco central redujo su tipo de interés oficial del 19% al 8,5% entre septiembre de 2021 y mayo de 2023. Como resultado, la lira turca se depreció casi un 60% frente al dólar durante este periodo y la inflación pasó del 19,3% en agosto de 2021 al 85,5% en octubre de 2022.

A pesar de los objetivos iniciales del TEP, la depreciación de la lira no ha tenido el efecto deseado en la balanza por cuenta corriente. Entre 2021 y 2023, las exportaciones turcas crecieron un 13,4% en términos nominales, frente al 33% de las importaciones, lo que amplió el déficit comercial a 106.000 millones de dólares (9,5% del PIB) en 2023, 60.000 millones más que en 2021 (46.000 millones, 6% del PIB).

 

Impacto de los tipos de interés reales negativos en las empresas

 

El periodo en el que se mantuvieron los tipos de interés negativos permitió a las empresas turcas beneficiarse de créditos baratos, estimulando su actividad a pesar de la elevada inflación. Las empresas con un poder de producción y fijación de precios muy capitalizado se han beneficiado especialmente de esta situación gracias al aumento de los márgenes y a la repercusión de los costes a los consumidores.

A pesar de la explosión de los costes de producción y salariales (+270% de los costes laborales entre 2021 y 2023), el entorno de tipos de interés muy bajos ha permitido a las empresas mantener su rentabilidad.

 

Las consecuencias de una política económica más ortodoxa

La adopción de políticas económicas más ortodoxas a partir de junio de 2023 ha ido acompañada de un aumento del tipo de interés de referencia del Banco Central turco del 8,5% al 50% y una subida de los tipos de interés de los préstamos comerciales al 70%. El objetivo: reducir el aumento de la demanda interna, regular la inflación y estabilizar la lira.

Este giro debería contribuir a reequilibrar la economía a medio plazo. Las previsiones para 2024 apuntan a un crecimiento real del PIB del 3%, acompañado de un descenso gradual de la inflación hasta el 43% a finales de año. El déficit por cuenta corriente, que disminuyó en 14.000 millones de dólares entre los primeros trimestres de 2023 y 2024, debería seguir reduciéndose, proporcionando estabilidad adicional a la economía.

Si las empresas turcas consiguen adaptarse a estos cambios (nuevas condiciones financieras, recuperación de la demanda exterior, iniciativas de cooperación regional como el proyecto "Corredor del Medio", que pretende unir Europa y Asia a través del Cáucaso y el Mar Caspio), pueden esperar perspectivas prometedoras de crecimiento económico sostenible y estable a largo plazo.

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