El comercio mundial en la era de la fragmentación geopolítica, ¿una aldea menos global?

El comercio mundial atraviesa un periodo de transición, marcado por el fin de la "aldea global" y el estancamiento de su aportación al PIB mundial desde finales de la década de 2000. Las convulsiones geopolíticas, desde Ucrania hasta Oriente Próximo, están provocando una fragmentación, y el fenómeno "friend-shoring" está reorientando los flujos comerciales en función de las alianzas geopolíticas. Mientras los países conectores ganan protagonismo y se desarrollan nuevas rutas comerciales, las grandes potencias comerciales, encabezadas por Estados Unidos y China, siguen siendo muy interdependientes. Ante la amenaza de un creciente proteccionismo, la globalización se reorganiza para adaptarse y sobrevivir.

Regionalización de los flujos reforzada por las rivalidades geopolíticas

La globalización ha sufrido varias sacudidas en la última década. Las barreras comerciales introducidas por líderes como Donald Trump han roto el tabú del proteccionismo, mientras que conflictos armados como las guerras de Ucrania y Oriente Medio están perturbando las rutas comerciales tradicionales. La perspectiva del regreso de Trump a la Casa Blanca amenaza con reavivar una guerra comercial a gran escala, en particular con China, con el riesgo de imponer aranceles de hasta el 60% a todos los bienes importados.

Al mismo tiempo, iniciativas como la Inflation Reduction Act y la Chips Act, introducidas por la administración Biden, pretenden repatriar industrias estratégicas para limitar la dependencia estadounidense de China, al tiempo que mantienen los aranceles introducidos en 2018. Esto es señal de una tendencia general entre las grandes potencias a reducir su interdependencia económica, alimentando la fragmentación de las cadenas de valor mundiales.

Simultáneamente, China, considerada un actor clave en las cadenas de suministro mundiales, también está viendo ralentizarse su comercio con Estados Unidos, con una caída de los flujos comerciales mensuales entre ambos gigantes del 20% desde su máximo alcanzado en 2021.

Más allá de las relaciones chino-estadounidenses, el comercio entre bloques geopolíticos (el bloque alineado con Occidente, por un lado, y los países que no condenaron la invasión rusa de Ucrania, por otro) se está reduciendo significativamente, de forma mucho más acusada que el comercio "intra-bloque" (véase el gráfico).

Un comercio mundial que se dobla, pero no se rompe

A pesar de estas perturbaciones, el comercio mundial no se hunde: se reorganiza. Prueba de ello es el auge de los "países conectores", terceros países que actúan como correas de transmisión entre las grandes potencias, es una señal elocuente. Países como Vietnam y México se están convirtiendo en enlaces estratégicos, captando cuota de mercado en las cadenas de suministro chino-americanas.

En respuesta a las sanciones europeas, Rusia ha utilizado nuevas rutas comerciales, como la Ruta Marítima Septentrional, para reorientar sus exportaciones de petróleo hacia China. Las tensiones geopolíticas están cambiando no sólo el destino de los productos, sino también las infraestructuras utilizadas para transportarlos.

Esta adaptabilidad del comercio mundial puede apreciarse en la evolución de las rutas comerciales. Rutas históricas como el Canal de Suez están siendo sustituidas por rutas alternativas menos afectadas por conflictos regionales. Otro ejemplo, son las rutas ferroviarias construidas en el marco de la iniciativa china "Belt and Road", que pretende unir varias ciudades chinas con economías europeas. Estas vías ferroviarias también han experimentado una explosión de tráfico tras los ataques de los Houthi en el Mar Rojo, con un aumento del 66% del volumen de mercancías por ferrocarril entre China y la UE en el primer semestre de 2024, tras dos años de declive.

La desvinculación de Estados Unidos y China no puede ser total

A pesar de la presión en favor de la disociación, las economías del mundo siguen siendo muy interdependientes. Estados Unidos y China, en particular, presentan desequilibrios estructurales internos que solo pueden resolverse mediante el comercio exterior.

China, que sigue dependiendo de las exportaciones para compensar la insuficiente demanda interna, conserva posiciones de monopolio en algunos sectores críticos, como la construcción naval y la producción de contenedores.

A pesar de las iniciativas de "friend-shoring" destinadas a reforzar las relaciones comerciales con los países aliados, Estados Unidos sigue dependiendo de las importaciones, sobre todo de productos chinos, para satisfacer el creciente consumo.

Sin embargo, la resistencia del comercio mundial se pondrá a prueba en los próximos años. La intensificación de las guerras comerciales, como prometen algunos candidatos a la presidencia de EE. UU., unida a una continua escalada de los conflictos mundiales, podría provocar importantes perturbaciones en las cadenas mundiales de suministro, especialmente en puertas estratégicas como el estrecho de Ormuz.