La escasez de divisas no se aplaca en Egipto

Recientemente, el Banco Central de Egipto (BCE) ha dado instrucciones a los bancos comerciales para que limiten el uso de tarjetas de crédito en las transacciones en divisas. Esta es la última muestra de la falta de divisas en el país. Los importadores egipcios han tenido cada vez más problemas para obtener divisas con las que liquidar pagos a sus proveedores extranjeros. Esto empezó con la pandemia del Covid-19, que provocó perturbaciones en el comercio y el turismo, y se intensificó con la guerra de Ucrania, que contribuyó a disparar los precios de los productos petrolíferos (de los que Egipto es importador neto) y los alimentos, especialmente el trigo (Egipto es el mayor importador mundial).

Una acuciante necesidad de divisas, con fuentes de suministro limitadas

 

Egipto sigue teniendo grandes necesidades de financiación exterior, que requieren la obtención de divisas. En primer lugar, para hacer frente al servicio de su deuda externa(165.000 millones de USD en septiembre), cuyo coste podría alcanzar los 29.000 millones de USD en 2024, según el CBE. Mantener el nivel de las reservas de divisas del Banco Central es una segunda limitación (ya han caído de 45 400 millones USD en 2019 a 35 000 millones USD en septiembre de 2023, lo que equivale a 4,5 meses de importaciones de bienes y servicios), mientras que, al mismo tiempo, debe compensar la presión a la baja ejercida sobre su moneda local vendiendo esas mismas divisas.

Las fuentes tradicionales de divisas del país están actualmente bajo presión, lo que complica aún más la situación. La ralentización del comercio mundial desde principios de año lastra el tráfico del Canal de Suez, y la proximidad del conflicto entre Israel y Hamás provocará un descenso de los ingresos del turismo en la región.

Las remesas de los expatriados, principalmente del Golfo y del Reino Unido, cayeron un 38% interanual en el primer semestre de 2023.

Diversas estrategias para aliviar la presión sobre las reservas de divisas

Además de la reducción de las importaciones, conseguida mediante el racionamiento de divisas, existen otras estrategias para aliviar la presión sobre las reservas de divisas, todas ellas con sus riesgos y beneficios.

  • Una devaluación significativa de la moneda, combinada con una mayor flexibilidad del tipo de cambio, sería una primera opción, ya que aliviaría la presión sobre la moneda. Pero la rápida depreciación inicial iría acompañada de un repunte de una inflación ya muy elevada.
  • El endurecimiento monetario y fiscal es una segunda opción que facilitaría la adopción de un tipo de cambio flotante, a través de una ralentización del consumo de los hogares y de las importaciones, lo que no dejaría de insatisfacer a la población.
  • La tercera opción es buscar fuera del país mediante el aumento de la inversión extranjera directa (IED), pero esto presupone que el ejército reduzca su papel destacado en la economía mediante la enajenación de activos.

Una posibilidad es establecer acuerdos de trueque para facilitar las importaciones esenciales sin recurrir a las reservas de divisas. Así se prevé, por ejemplo, para las importaciones de té de Kenia.

Ante esta difícil situación y el riesgo de una reacción violenta de la población y el ejército justo antes de las elecciones presidenciales de diciembre, es probable que las autoridades intenten retrasar y atenuar estas exigentes reformas, ayudadas por el apoyo constante de sus socios, tanto locales (Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos) como lejanos (Estados Unidos), así como por la caída relativa de los precios agrícolas mundiales.

En estas condiciones, es ilusorio esperar una reducción significativa de la restricción de divisas antes de las elecciones presidenciales, reducción que sólo podría ser gradual y no exenta de retrocesos.

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